
Acabo de leer el libro y la verdad es que me ha sorprendido porque esperaba aburrirme con él. El libro me ha gustado más de lo que inicialmente pensaba, y si bien es cierto que el personaje principal no me lo he creído en ningún momento, he de reconocer que al final he terminado el libro con la sensación de que no he perdido el tiempo. Jesús Cuéllar es prácticamente un desconocido para la mayoría, pero se puede decir de él que es un escritor con solvencia, con un estilo en general cuidado. Creo que ganaría mucho si no alargase episodios que aportan poco, y no repitiese ambientes y caracterizaciones que ya ha dejado claros antes.
La historia trata sobre el crecimiento interior de los dos personajes principales, Eva una chica de 15 años que vivió en 1912 y el empresario Don Salvador que tras un infarto, busca un significado para su vida y encuentra por casualidad el diario de Eva, cruzándose sus destinos con una separación de casi 100 años. El autor habla sobre la opresión de la mujer de principios del siglo XX y hace una crítica a las hipocresías y prejuicios sociales. Se interesa por la religión pero sin llegar a comprenderla, tal y como se ve al narrar la etapa de crisis espiritual que atraviesa Eva en determinado momento.
No me creo el personaje de Eva porque no me explico como una niña de 15 años de principios del siglo XX, con una familia perteneciente a la alta sociedad, en un pueblo de Andalucía, educada bajo los mandatos sociales y religiosos de la época, puede hablar de una manera tan abierta y descarada de corrientes de pensamiento y filósofos, feminismo, genética y teorías de la física como la teoría de la relatividad. Aquí me detengo un momento para comentar que la primera teoría de la relatividad fue publicada en 1905 y trata de la física del movimiento de los cuerpos en ausencia de fuerzas gravitatorias, y la segunda teoría fue publicada en 1915 y es una teoría que reemplaza a la gravedad newtoniana, pero se aproxima a ella en campos gravitatorios débiles. Pues bien, pienso que esta teoría es bastante compleja para que alguien con unos conocimientos básicos y rudimentarios de ciencia pueda llegar a entender. Podrá asimilarla, se aprenderá de corrido la fórmula y su enunciado, pero no comprenderá lo que significa. Eva la protagonista no sólo llega a entender la teoría en apenas una conversación con otro personaje, sino que llega a enunciar posibles consecuencias de esta teoría. Esto debió ser bastante improbable que sucediese porque si ya resulta difícil que llegue a conocer en 1912 la teoría (por traducciones o publicaciones en España) más improbable resultaría que postulase primeras consecuencias de esta teoría o de otras muchas como de Freud o Engel por poner ejemplos. Aún así, lo más llamativo de todo es que llega a vislumbrar el futuro de la humanidad basándose en teorías filosóficas, sociológicas o antropológicas, y para ello ha puesto en duda todas cuantas bases se dan por ciertas durante 1912, y por otro lado cree a pies juntillas en la reencarnación. Tan lista, culta y atrevida en unas cosas y tan pedante, infantil y cursi en otras tantas.
Me gusta la declaración de principios del autor que pretende crear una historia qu

e entretenga al lector y al mismo tiempo apunte a su corazón. Aunque no lo logre es loable su intención. Se declara un escritor clásico y moderno, compatibles ambos adjetivos porque el antónimo de moderno es antiguo y no clásico.
Lo que tengo claro es que la autopublicación o la publicación de un libro en una editorial pequeña desgraciadamente no sirve para que un autor llegue a darse a conocer o pueda apuntar a otros proyectos más ambiciosos, porque dudo mucho que Jesús Cuéllar pueda conseguir publicar sin ayuda un segundo libro. Y sinceramente si hay un autor al que me ha recordado el estilo de Jesús Cuéllar es Carlos Ruiz Zafón, y sin entrar en si uno es mejor que el otro, el éxito por muy accidental que sea, es demasiado doloroso y cruel con unos, y caprichoso y benévolo con otros.