domingo, 28 de septiembre de 2008

Leyenda, realidad y fantasía en Glastonbury

Glastonbury es un lugar cargado de leyendas y símbolos, donde parece que la historia no tiene principio. Una de las leyendas dice que José de Arimatea, tío abuelo de Jesús, llevó consigo el Cáliz de la Última Cena (o quizás fueron las dos vinagreras que contuvieron la sangre y sudor de Cristo como consecuencia de su crucifixión) y lo depositó bajo la colina donde se encuentra el Tor, de la que empezó a correr la fuente ensangrentada. Lo que es real es que Glastonbury está circundada por dos manantiales que surgen de debajo de la tierra y que uno Chalice Well tiene tanto hierro que su agua tiene un tono rojizo, mientras que el otro White Spring tiene un agua tan cristalina que las piedras blancas que contiene adquieren un aspecto sobrenatural. Se cuenta además que mientras José de Arimatea estaba de visita en Glastonbury, de su bastón brotó milagrosamente un espino. El espino tiene de particular que está en flor durante las fechas más significativas del calendario cristiano, en concreto las de Navidad y Semana Santa.

El Santo Grial protagonizó muchas leyendas artúricas que se desarrollaron en Glastonbury y en Avalon, y que los inicios de estas leyendas son inciertos, mezclándose tradiciones y narraciones celtas, cristianas y paganas. Así el Tor que en gaélico significa torre, por su forma y por el lugar en donde se halla situada es recurrente para formar parte de leyendas e historias. Esta torre formaba parte de un monasterio que quedó destruido por un terremoto en el siglo XIII, y cien años más tarde fue reconstruida esta torre y empleada como oratorio, y fue dedicada como antes al Arcángel San Gabriel. Pues bien, existe una leyenda que cuenta que donde está ubicado el Tor, se encontraba un portal interdimensional que conectaba a la realidad de las Hadas, Druidesas y Sacerdotisas de Avalon y era custodiado por dragones, y que Avalon-Glastonbury está guardada por dos dragones, uno rojo y uno blanco que viven bajo tierra, en otra realidad, y que en algún momento dado mantendrán una batalla surgiendo de debajo de la tierra, como los dos manantiales antes citados.

La antropología norteamericana ha demostrado que el contenido de los sueños y sus implicaciones cambian según las etnias. A cada colectividad corresponde un esquema diferente de símbolos oníricos. Es lo que se llama sueño cultural, donde suelen mezclarse los factores determinantes del comportamiento adquirido (o imágenes tomadas del entorno social) con los arquetipos junguianos que explican el comportamiento congénito. Así, en el específico inconsciente colectivo del entorno cultural, yace una memoria más antigua y profunda, en medio de una nebulosa de mitos.


Lo que no es histórico, y más aún lo intrahistórico, bien puede servir de metáfora a la historia e iluminarla, ahondando en ella. La invención no es un antónimo de existencia. A ver, el mundo no es sólo como lo vemos sino también como lo entendemos, y al entender una cosa, le añadimos algo, pero eso no convierte a la vida en un cuento. Lo que pretendo decir, es que para el ser humano, para nosotros son verdaderos y necesarios no sólo los hechos históricos y los datos científicos de cómo sucedieron los cosas, sino también la otra parte, que también es cierta y que lleva a impulsar nuestras ansías y nuestra ilusión. Auténticas hazañas ha logrado la humanidad con la curiosidad o corazonadas basadas en leyendas.

Ahora bien, la ignorancia es muy atrevida, y a veces se cometen locuras por pura ignorancia, y entoces hay que aplicar la sensatez y la prudencia. Glastonbury es un lugar en donde se respira historia, te tropiezas con leyendas nada más das dos pasos. Pero de ahí a empezar a creer en la Madre Tierra, a sentir la Energía Telúrica del lugar, estar conexionados con el amor de la madre tierra, reforzando tu mundo interior, simplemente por estar en un lugar por el que para entrar has pagado 3 £, por el que una botella de agua de manantial cuesta 5 £, y jabones y mezclas hechas aquí con las flores de los espinos sagrados tienen unos precios desorbitados, pues uno no puede evitar pensar que los únicos que entran en comunión con Glastonbury son los que viven del negocio de aprovecharse de gente que busca encontrar el camino hacia uno mismo.